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sábado, 7 de septiembre de 2013

Qué no se me olvide

Qué no se me olvide que ayer estábamos tú y yo solos en la cocina, esperando al papá. Qué tú estabas en la trona con el pelo todavía mojado del baño, y yo de pie esperando a que hirviera el agua para calentar los cereales. Como tenía hambre, saqué el melón y partí un trocito para ti y un trocito para mí.
Qué no se me olvide que entonces, empezó a sonar Ben E King en la vieja minicadena de la cocina y que yo te empecé a cantar when the night has come and the land is dark y te pedí stand by me, stand by me. Qué no se me olvide que no me hacías caso, que sólo mordías el melón y te resbalaban las gotas por las manos, por las muñecas, por los mofletes. Lo mordías muy fuerte porque estaba frío y creo que te aliviaba el dolor de los dientes. Qué no se me olvide que aunque estábamos tan cerca, también parecíamos dos amigos con muchos años de diferencia entre sí, conviviendo en armonía cada uno pensando en sus cosas.
Qué no se me olvide que yo quería que no se me olvidara y que la canción me hacía un poco de nudo en la garganta, que no se me olvide que me acerqué a sacarte la foto antes de que se rompiera la magia porque te estaba viendo empezar a perder pie porque te impacientabas al no poder morder el melón todo lo que tú querías.
Qué no se me olvide que entonces te lo empecé a cantar de cerca, olías a melón y el agua se evaporaba, y yo sólo te decía I won´t be afraid just as long as you stand, stand by me;qué no se me olvide que entonces parecía que me entendías, porque me mirabas y te reías sin soltar el melón, aunque yo te veía la risa en los ojos y en la nariz.
Qué no se me olvide que empezó a llover y te cogí y abrimos la ventana y el olor a la tierra mojada del lío que tenemos montado en el jardín cambiando las jardineras entraba a la cocina y nos llenaba a los dos de alegría, lo sé porque te reías mientras los últimos acordes de la canción y la voz azul de Ben te pedían que contaras con él.
Qué no se me olvide que al final, como cada noche, me hiciste un quiebro profesional y acabé estampándote la papilla en el flequillo, justo cuando el papá abría la puerta y se quejaba de la lluvia y entraba directo a por ti y os ibais al salón mientras yo cerraba la ventana e intentaba que no se me olvidara ese momento de magia que nos acababa de regalar el viernes por la tarde mientras comíamos melón en la cocina.

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