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sábado, 22 de junio de 2013

Buscarse la vida

Ya dije hace un tiempito que había plantado el jardín.
Pues lo hice mal.
Las petunias necesitan sol, mucho sol. Y como yo no se lo di porque las planté como una principiante en la parte más oscura del jardincito, se han buscado la vida. Yo ya lo venía observando, pero es que hoy me ha quedado claro que son listas, que son vitales, que no tiran la toalla: se han alargado, alargado tanto como han podido para poner sus preciosas flores blancas como girasoles en sintonía con el Sol. Se han alargado para captar el sol que necesitan y que sólo pasa cerca de ellas a medio día, antes de continuar su recorrido por el minijardincito y cubrirlas con la penumbra húmeda que ya las acompañará hasta el día siguiente a la misma hora. Como la dosis de sol que les toca no es suficiente para ellas y su organismo, se han estirado para arrancarle unos cuantos minutos más.
Me parece una lección impresionante de la naturaleza. Podían haberse hecho cada vez más pequeñas, pudriéndose en el hábitat húmedo que yo les di por ignorancia de novata. Podrían haberse quedado en su tamaño el tiempo que hubieran aguantado antes de agotarse por falta de Sol. Pero han decidido estirarse, perder su figura original y retorcerse en busca de lo que necesitan para seguir viviendo. No han tirado la toalla. Lucen grandes, esbeltas como jirafas, brillantes, redondas, altivas, orgullosas.
En cierto modo me han recordado al esfuerzo que hace el cuerpo de la mujer para adaptarse al embarazo, cómo los órganos se apretujan, la piel y los músculos se relajan para hacer sitio al bebé, el torrente sanguíneo aumentas su cauce…para buscarse la vida y engendrar esa otra nueva persona que les perpetuará.
Me emociona estas cosas.

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