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domingo, 21 de abril de 2013

Una casa con niños...

…es una casa llena de trastos. Desde que se te pasa el miedo de que algo pueda ir mal en el embarazo, y empiezas a pensar en todas las cosas que necesitas (o crees que necesitas, pero esto daría para otro post)…toda la casa se va colonizando poco a poco con mil aparatejos totalmente nuevos en tu vida.
Entrar en mi casa desde que llegó M. se parece mucho a entrar en el plató de El Juego de la Oca. Hay que decir que yo no soy nada ordenada, nada de nada…si a esto le sumas un enano que ya quiere juguetes para llevárselos a la boca (no sé cómo lo hace el jodío pero les da mil vueltas a todos los peluches hasta que les encuentra la etiqueta y se tira a ella como si no hubiera mañana), la situación se vuelve poco menos que insostenible.
Una casa con niños pequeños es una casa en la que muy probablemente encuentres en algún lugar del salón un carrito,  en nuestro caso todavía con el dichoso maxicosi, con la bandeja de debajo llena de movidas. Girando la cabeza a derecha o izquierda, seguramente encontrarás un rincón en el que se vean dodotis, toallitas y una crema tipo mustela, todo amontonadito y bastante a mano, lo que hemos dado en llamar el lote limpiaculos. Sobretodo si el niño sólo toma leche todavía.
Qué más, qué más…ah! una hamaquita, en algunas ocasiones orientada hacia la pantalla de la tele porque una necesita hacer pis, llamar por teléfono o cortarse las uñas de los pinrreles; quizá una alfombra de juegos en la que, en nuestro caso, se amontona en lujuriosa anarquía una infinidad de muñequitos, cojincitos, mordedoritos, conejitos, sonajeritos…. conviviendo en armonía en ese pequeño cuadrado de tela en el que cualquier cosa vale.
Dirijámonos hacia la habitación: si el bebé ya duerme solo, tendrá una habitación en la que la reina será la cuna, ya que el resto de cosas que la todavía mami barriguda puso ahí con tanto cariño, no han sido utilizadas aún. Si el bicho/a duerme en la habitación de los padres…ay amiga: la mesilla de la madre -sí, de la madre, reconozcámoslo- contendrá otro lote limpiaculos completo, una perita sacamocos y unas botellitas de suero fisiológico, eso mínimo. Podemos dar con una madre hiperordenada o menos vaga que yo que cada mañana traslade los bártulos al baño o a la cestita del nene y lo lleve de nuevo a la mesilla cada noche.
Encontraremos además el moisés o minicuna, o cuna en sidecar…siempre en el lado de la mami, también.
Uno o dos botes de Nenuco desperdigados por ahí. Algún peluche para que el enano se entretenga encima de la cama los veinte segundos que tardas en ducharte. Su pijama encima de la almohada, o encima de su moisés o a los pies de la cama…
Y llegamos al baño: esponjita, toallitas, toalla con capucha, cremas varias, tijeritas para las uñas, bañerita o bañera-cambiador (según el tamaño del baño), patos de goma que caerán sobre ti mientras te duchas, el termómetro en forma de ballena que pisarás sin querer unas cuatro veces cuando te enjuagas la cabeza con los ojos cerrados, porque se ha caído junto al pato…
Vamos, que una cosa con niño(s), será durante unos cuantos años un lugar lleno de trastos más o menos útiles, pero a la vez una casa llena de vida y amor, donde el orden que imperaba (o intentaba imperar) antes, ha dado paso a la necesidad de hacer de tu casa un lugar seguro y más o menos limpio donde los bichos se sientan a salvo, seguros, calentitos, felices…y vivan bajo ese techo una infancia que siempre recuerden con cariño.

1 comentario:

  1. Acabo de llegar a tu blog a través del de Mo, y voy a quedarme por aquí si no te importa. Aún no tengo hijos, pero tu entrada me recuerda lo que me decía una amiga, la llegada de los hijos te redecora la vida en todos sus aspectos: ropa, limpieza y orden de la casa, costumbres... benditos sean!

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